¿Cómo divulgar el Software Libre? - Notas técnicas

A lo largo de esta trilogía traté de explicar, con un lenguaje accesible, ideas que en su forma original son bastante más densas, más técnicas y a veces más ásperas de lo que un texto divulgativo permite. Elegí simplificar algunos conceptos, omitir otros y dejar varios debates para más adelante, porque el propósito principal era abrir la conversación, no cerrarla.

Estas notas técnicas existen para completar lo que quedó apenas insinuado: aclaraciones sobre terminología, precisiones sobre licencias, matices históricos y algunos límites deliberados del texto original. No cambian el sentido de lo que escribí, pero sí le devuelven la profundidad técnica que la narrativa, por necesidad, dejó de lado.

Sobre el Software Libre

Empecemos por una definición estrictamente técnica. Código abierto es, hoy en día, un término paraguas que abarca el auténtico código abierto en espíritu, software con “licencias permisivas”, y copyleft.

En Latinoamérica y paises hispanohablantes, es común llamar “Software Libre”, a una variante muy particular de código abierto: Copyleft.

Es importante destacar que el código abierto no es el punto de partida del Copyleft, sino un movimiento alternativo.

Manteniendo los izquierdos de copia

Cuando lidiar con Software no era suficiente, el inglés nos regala otra maravilla: Copyleft. Gracias inglés, un día de estos te van a llover cronopios de punta y te vas a tener que ir a cultivar famas a los campos del eternauta.

Ya está, me tenía que desahogar.

Este tropiezo lingüístico llega como una verdadera contraofensiva política al Copyright (literalmente, “derechos de autor”): Copy, del inglés, “copiar”, y right, “derecho”, por parte de Richard Stallman, el fundador de la Fundación de Software Libre (FSF).

Acá es cuando nos tropezamos todos: Copyleft, implica, por necesidad, derechos de autor. Sólo que articulado de otra manera, y con un marco legal y jurídico fuerte.

Entonces… qué es el Sofware Libre?

Como dije en la tercer parte de esta trilogía, por estas latitudes solemos llamar Software libre al software licenciado con Copyleft. Pero cabe mencionar una distinción: Esto no es universalmente así.

En en la industria, y sobre todo en países angloparlantes, Free Software (free en inglés significa libre o gratis), se suele llamar como sinónimo del Software de Código Abierto. Dada la ambigüedad de la palabra Free, aparece el término, un poco más específico, FLOSS, también estilizado como F/LOSS: _Free/Libre Open Source Software.

Esto no surge como una distinción meramente lingüística, sino como parte de una disputa filosófica entre dos movimientos (OSI + FSF): FOSS aparece como un intento de neutralizar ambas visiones, a lo que Richard Stallman retruca con el término F/LOSS para distinguirse, aún más, del tradicional open source.

Sobre el código abierto

Si queda algún lector con vida luego de este berenjenal, espero que le queden ganas para meterse en otro: _Software de Código Abierto, por contraintuitivo que suene, no es todo el software de código abierto.

respira profundo

El Software de Código Abierto (atención a las mayúsculas que son deliberadas) hace referencia a un modelo de licenciamiento impulsado por la OSI, que es la “Iniciativa del Código Abierto”; una ONG estadounidense que formaliza criterios sobre la naturaleza del software de código abierto, que le da un marco filosófico, político, y legal.

Las licencias aprobadas por la OSI, son licencias que, según la OSI, cumplen con los parámetros que la OSI demanda. Dicho eso, simplemente tener acceso al código fuente no hace que el software sea de Código Abierto: debe cumplir con los criterios establecidos por la OSI.

SALIDA (del berenjenal)

FSF vs OSI no es un verdadero versus. La FSF exige que la libertad se mantenga en toda obra derivada: impone una obligación recíproca (de ahí el concepto de viralidad). La OSI exige que la licencia no imponga obligaciones sobre el resto del ecosistema: prioriza la utilidad por encima de la reciprocidad.

Por qué el cartelito marca la salida: Porque no vamos a hablar de licencias extremadamente permisivas como WTFPL (algo así como Licencia Pública hacé lo que mierda se te cante) o Deslicencia (Unlicense, en inglés), que son licencias medio-aprobadas, medio-recomendadas (y encima sólo por algunos organismos), y que ya entran prácticamente dentro del terreno de decisiones individuales.

Batallas quijotescas

Con este berenjenal sobre Software Libre, Código Abierto, FSF, OSI, quizá queda un poco soslayado cuál es el propósito de… ¿qué batalla era?

Tanto el Software Libre como el Código Abierto, tienen una virtud fundamental en común: La expansión solidaria del conocimiento. Software Libre, o Código Abierto, no son necesariamente gratuitos; pero el conocimiento se vuelve accesible.

Entre tantas patentes, drivers cerrados (esas piezas de software que hacen que haya sonido en un dispositivo, o funcione la pantalla táctil), software cuyo código que no es visible, nadie puede aprender, no se impulsa una genuina competencia, y mucho menos, no es posible proponer mejoras.

Estamos navegando una realidad salpicada de arquitecturas abiertas entremezcladas con código cerrado: Lo que la conveniencia dicta. Esta fue la batalla que ganamos: La penetración en la industria.

La conveniencia (económica, técnica) que llevó a la incorporación de tecnologías abiertas en la industria (desde sistemas operativos para celulares, pasando por drivers para impresoras, pantallas táctiles, sistemas de monitoreo industrial; hasta una considerable mayoría de servicios en internet), es la misma que hace convivir sistemas herméticamente cerrados como un iPhone, con software abierto que pasa completamente desapercibido.

Asimetrías

Sí, hoy en día tenemos al alcance del público general tecnologías impensadas hace unos años: Desde inteligencia artifical, pasando por modelado tridimensional e impresoras 3D, hasta criptomonedas y software de cómputo científico. Esto nos permite una aceleración tecnológica difícil de dimensionar anteriormente, ya que lo que podría estar dominado por una única entidad que decide el futuro de la herramienta, ahora está en manos de una comunidad, que cuando la tecnología abierta en cuestión no toma el giro esperado, se copia (forkea, en la jerga técnica) y se relanza con las modificaciones pertinentes, siempre respetando los lineamientos de su licencia original. Y hay varios ejemplos muy conocidos en la industria:

De Chrome (Navegador cerrado de Google) surge Chromium (Navegador abierto) (y muchos otros); Ethereum (Tecnología de criptomonedas) ha dado a lugar a múltiples altcoins (criptomonedas “genéricas”, para sintetizar). El mismo ecosistema *NIX es un entramado de forks que podría convertir este texto en una novela para adultos si nos ponemos a hilar fino.

Sólo que es asimétrico: Google no deja de controlar Chrome, ni Ethereum deja de controlar Ethereum; sin embargo, se nutre de las mejoras que perciben tanto Chromium como las altcoins basadas en Ethereum. La apertura existe, pero el control sigue centralizado.

Mientras que la industria (no solo las FAANG) prospera apoyándose en tecnologías abiertas, cientos de miles de programadores alrededor del globo no perciben una retribución o compensación por el trabajo que realizan: Trabajo no remunerado, precarizado, fuera de su horario laboral; que luego es reapropiado por corporaciones por mera conveniencia. Y esto es sólo la punta del iceberg.

Y entonces?

El FLOSS sostiene al mundo. El OSS sostiene a la industria.

No ganamos nada.

No hay comprensión pública. El esfuerzo de miles de personas alrededor del mundo no se conoce. La apropiación corporativa es masiva. La conversación cultural es inexistente.

Este es el momento de comenzar a nombrar, de visibilizar, de señalar las tensiones que todavía no vemos y construir un lenguaje que permita discutir lo que, hasta ahora, damos por sentado.